Desde 1970, se han perdido 3.000 millones de pájaros solo en Canadá y Estados Unidos: el resto del mundo no está mucho mejor

Los gases saben matar de muchas maneras. Eso lo aprendimos bien en el corazón de la tierra, escarbando estrechas galerías por las que extraer, poco a poco, el oro, la plata, el mercurio o el carbón. Sobre todo, el carbón. En cuyas minas, cada año, moría decenas de miles de personas para alimentar la hambrienta maquinaria de un XIX manchado de turba, lignito y hulla.

También aprendimos a ver en las llamas de los faroles que alumbraban a los mineros las señales que dejaban los gases mientras preparaban sus ataques. El metano, por un lado, alteraba levemente las llamas de los candiles; la falta de oxígeno, por el otro, los ahogaba poco a poco hasta que los conseguís a apagar.

Pero no sabíamos suficiente. A veces, decenas de mineros aparecían muertos mientras en los faroles las llamas permanecían impasibles. En junio de 1894, John Scott Haldane realizó autopsias a centenares de ratones para encontrar cuál era el maldito gas que, de manera invisible, hacía estragos en las minas. Y lo encontró: el monóxido de carbono.

Así empezamos a usar canarios, más sensibles que nosotros a la contaminación ambiental, como centinelas en las galerías. Así, en fin, se salvaron muchas vidas. En esto fue lo primero en lo que pensé al leer que desde 1970 habíamos perdido casi 3.000 millones de aves. Y solo en Norteamérica.

https://www.xataka.com/ecologia-y-naturaleza/1970-se-han-perdido-3-000-millones-pajaros-solo-canada-estados-unidos-resto-mundo-no-esta-mucho-mejor